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Roban 80 bicicletas de alta gama en la tienda LTM Racing de Madrid

La mañana del lunes día 5 de octubre se convirtió en la peor de 25 años de trayectoria de la empresa familiar LTM Racing, una tienda de ciclismo de San Sebastián de los Reyes, en Madrid. LTM Racing se fundó hace 25 años por los responsables de Bike Comp, distribuidores de la marca Santa Cruz para el mercado español. Empezaron como un pequeño negocio en el centro de Madrid hasta que en 2013 se mudaron a un local de 500 metros cuadrados y ya en 2017 se ubicaron en la actual nave de 1.000 metros. Al abrir la tienda el personal y propietarios la encontraron vacía, con un agujero enorme en la pared, de aproximadamente dos metros cuadrados que daba a la nave industrial que queda justo al lado y por el que habían sustraído 80 bicicletas de gama alta de las marcas Yeti, Ibis, Santa Cruz y otras marcas, además de mucho material. Cuadros de carbono, horquillas, cascos y prácticamente todo lo que encontraron en la tienda. La policía calcula que los ladrones, al menos 3 personas, abrieron el butró

Leticia Sabater, nueva operación y nueva canción 18 centímetros

No me gusta Leticia Sabater. A ver, concretemos y especifiquemos. No me gusta EL PERSONAJE de Leticia Saber. Porque a LA PERSONA no la conozco. Y con mis ya casi 50 años de edad, habiendo aprendido a leñazos que no hay edad que se tercie que nos dure para siempre, prefiero no juzgar a nadie así, a lo tweetero, es decir, gratis y sin conocimiento.


Leticia María Sabater Alonso nació (wikipedísticamente) en Barcelona en 1966 y tomando por veraz la información de esta fuente siempre en duda tendría hoy 53 años. Tan solo 53 años pese a que los (posibles) excesos, el (supuesto) abuso de la cirugía o a la (más que probable) falta de veracidad de Wikipedia, le sumen unos cuantos más. Pero no es de ella, sino de su personaje, de nuevo, como cada verano, en boca de todos, de quien te quería hablar. Y no para mal sino para bien. Y no por el bien de ella, sino de nuestra salud mental.

Leticia Sabater, el personaje

Leticia Sabater, a secas, es un personaje, construido y reconstruido durante los últimos 30 o 40 años. Y no concreto porque ya he perdido la cuenta. Un personaje que fue derivando de un trabajo dirigido a un público infantil hacia acompañar a este mismo público en su adolescencia (más de uno se hizo su primera paj.... mirando una foto suya, unos años mayor, quizás, o con su primer semi-desnudo en la Interviú) para luego fantasear a escondidas en el matrimonio mientras hacía dormir a la prole. Personaje que ahora acompaña a ese mismo público, ochentero, en una vejez, que no decadencia, que ya es inevitable, salvo que estires la pata.

No sé si la propia Leticia María Saberter Alonso construye su personaje de manera intencionada o piensa que, realmente, lo suyo no es extravagancia sino arte plástico de indudable exquisitez. Un HAMPARTE pero a lo personaje popular. Yo quiero pensar que ella encontró un mercado y el mercado la hizo a ella. Y es que, como bien dice Romuald Fons en una entrevista que le hizo Euge Oller, para ganar dinero solo tienes que hacer dos cosas, o solucionar problemas o entretener. No hay más secreto.

Leticia Sabater, el personaje, entretiene, da contenido a humoristas, youtubers como Auronplay, a quien no le falta su reacción a cada nuevo vídeoclip, a programas amarillistas de televisiones rancias con públicos en la misma franja de edad que el personaje, a tweeteros de corta edad que creen que se van a comer el mundo (un momento antes de ser engullidos por ese mismo mundo que les rodea).

Y en toda esta vorágine de contenido en el que todas y todos, absolutamente todas y todos, creen estar por encima de Leticia, de su música de más que discutible calidad, de sus operaciones de resultados inclasificables, de sus testimonios desenfadados, nadie parece darse cuenta como refleja sus propias miserias. Aclaro, como reflejas tú, público, tus miserias, en el personaje.

Si Leticia Saber no existiera buscaríamos otro personaje bufón, burlesco, al que escupir, insultar, del que reírse, porque las personas necesitamos vomitar nuestras miserias y nos complace enormemente hacerlo sobre otras u otros. Y de esto no se escapa nadie, ni mujeres ni hombres ni indefinidos ingrávidos.

María, que no me atraiga tu personaje y que evite vomitar mis miserias sobre él no significa que no te respete, porque ni te conozco ni me has hecho daño alguno ni representas una extravagante idea de vida que fuera o fuese dañina para nadie más. Tu personaje solo hace de espejo de las miserias humanas. Tu música se ríe de un mercado complaciente que abusa del autotune. Tus apariciones en el corazón se descojona del popularismo de cada nuevo personajillo que aparece en la palestra mediática. Incluso tus operaciones se parten el culo del afán desenfrenado por la belleza de bote. Y ya solo por eso, aunque no te siga, aunque no me guste la escenificación, respeto ese teatrillo humorístico que creas y, sobre todo, como te ríes de todos... y especialmente... de todas.

(Y ya de paso, me sirve este texto para ver qué tal reacciona Google al newsjacking, vamos, escribir de lo que es tendencia para buscar un posicionamiento natural rápido, pero que hoy los marketers venden con nueva palabreja.)

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