Sendero de descenso DH en la Facultad de Periodismo

Desde que el Cabildo de Tenerife implementó restricciones para los ciclistas de montaña en la Corona Forestal, los senderos de descenso en medianías han proliferado exponencialmente. Según datos de la Federación Canaria de Ciclismo, en 2024 se registraron más de 50 nuevas rutas no oficiales, frente a las escasas 10 que existían en 2017.

En el área de San Cristóbal de La Laguna, destaca la red de senderos de Mesa Mota, pero otros han surgido en lugares inesperados, como el que describo hoy, cerca de la Facultad de Comunicación. Este trail, de aproximadamente 550 metros, mantiene un KOM (King of the Mountain) por debajo de 1:45 minutos en 2025, gracias a las mejoras técnicas en bicicletas de trail. Como señala Carlos Rodríguez, experto en ciclismo de montaña de la revista BikeWorld: "Los avances en geometría y suspensión han reducido los tiempos en descensos técnicos un 15% desde 2020".


Sendero de descenso en Tenerife

La evolución del ciclismo de montaña en Tenerife

La comunidad local ha desarrollado una cultura de trail building autogestionado. Los riders de descenso han perfeccionado técnicas de construcción sostenible, usando materiales locales que evitando la erosión. Un estudio de 2023 confirmó que el 68% de estos senderos no oficiales cumplen estándares ecológicos básicos.

Seguridad y técnica: claves en 2025

Este sendero sigue siendo viable con bicis rígidas como mi BHurrita, pero requiere precaución en curvas cerradas y secciones rocosas. Las rampas de salto ahora incluyen zonas de aterrizaje más amplias, reflejando las tendencias globales. Algunos profesionales han advertido que las lesiones por sobreestimación técnica han aumentado un 22% desde 2022, especialmente en riders autodidactas.

El futuro: ¿legalización o conflicto?

El Cabildo anunció en 2024 un plan para regular 30 senderos no oficiales. Según diversas declaraciones se busca equilibrar deporte y conservación, con una inversión de 1.2 millones hasta 2026. Mientras, la comunidad sigue expandiendo rutas, demostrando que, como dice mi abuela, "hay que abrir el ojito" ante este paisaje cambiante.

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