El precio del miedo frente al Sistema
Vivimos en un país que proclama su democracia, pero cuyo aparato estatal —haciendo gala de su monopolio de la fuerza— actúa más como látigo que como escudo. Basta con levantar un poco la voz para que el engranaje de inspecciones, Hacienda, SEPE o Servicio Canario de Empleo se active en tu contra. Subes un peldaño en la escala del cuestionamiento y enseguida sientes: “Aquí vienen por mí” . Porque el miedo es un instrumento con consecuencias. Ese miedo no brota por azar: es cultivado. Cuando todos los años escuchamos que “lo que te da tu abuela en Navidad es una donación y debes declararlo”, no es un simple recordatorio fiscal. Es una advertencia, una señal de que el Estado lo ve todo , y que cualquier acto, por pequeño que parezca, puede desatar consecuencias desproporcionadas. No es casual que en diciembre los grandes medios publiquen artículos alarmantes sobre la herencia familiar: ese mensaje cubre la pedagogía del miedo . Si diriges tu mirada al inconforme, a quien investiga...