No tengo título universitario… pero he hecho medio Internet

Aprendí COBOL en 1988. Luego Clipper. Programé para la gestión. Me peleé con redes que ahora serían arqueología digital. Luego pasé a la web: primero Perl y PHP, luego todo el frontend, HTML, CSS, JavaScript. No había frameworks, todo era a pulso. Y luego los CMS, claro: Joomla, WordPress, Prestashop, Moodle. Instalé, diseñé, arreglé, adapté, parcheé. He trabajado manteniendo desarrollos antiguos que nadie más quería tocar en no sé cuántos lenguajes y arquitecturas.



Después salté al marketing digital. Redes, contenidos, posicionamiento. Me harté de programar así que me alejé un poco, pero nunca dejé de entender cómo funcionaba por dentro. Desde hace tres años me dedico a la formación. Enseño programación. Sí, PHP y frontend. Y, mientras enseño, me reciclo, porque esto no para.

Tengo 54 años. Dos FPII: uno en informática, otro en electrónica. Lo demás me lo dio la vida. Tres décadas y media de resolver problemas, 33 años en mi certificado de vida laboral, +5.000 horas de formación continua, miles de horas empleadas en construir cosas, y ahora otras miles invertidas en explicar tecnología con humor, con crudeza, con historias reales. Y eso mis alumnos lo agradecen.

Pero no tengo un título universitario.

Y eso, en España, te convierte en un ciudadano de segunda.

No lo digo con metáforas. Lo digo con casos reales.

El Servicio Canario de Empleo me denegó una acreditación para impartir un curso de Cloud Computing del SEPE. ¿La razón? No tengo título universitario. El curso era técnico, sí, y yo cumplo todos los requisitos con creces. Pero no tengo título. Sin embargo, un arquitecto, sin experiencia en informática, podría haberlo impartido. Porque tiene el papel.

Y ojo, no es el único ejemplo. También me denegaron un curso de Transformación Digital, 150 horas. Un curso más “filosófico” que técnico, donde mi perfil encajaba como un guante. Pero no, tampoco me lo aceptaron. Porque el papelito manda.

(La verdad es que la Señora Jefa del Servicio que acredita los docentes tiene unos filtros que ni Eduardo Manostijeras.)

Y mientras tanto, mi mujer lleva 30 años trabajando en recaudación ejecutiva de tributos de la comunidad autónoma. Conoce el sistema por dentro. Pero como es administrativa (nivel C), cada vez que entra alguien con una carrera, aunque no tenga ni idea, esa persona se convierte en su jefe o su superior técnico.

Y para colmo, ella tiene que enseñarle.

Esa persona nueva cobra más. Entra en el nivel A o B. Aunque no sepa nada. Porque tiene el título.

Y si hablamos del mundo privado, la cosa no mejora mucho. He visto ofertas en DISA, por ejemplo —una de las grandes empresas canarias— donde por experiencia, formación y trayectoria encajaría sin problemas. Pero sé que ni paso la primera criba. La RPT probablemente pone “titulación universitaria” como filtro inicial.

Y ya está. No tienes título = no existes.

Y si quiero dirigir un proyecto público, ni se te ocurra hacerlo como profesional autónomo. Tendría que montar una asociación. Y aun así, alguna administración me obligaría a contratar a un ingeniero como responsable técnico. Porque... patata... papas arrugadas... gofio.

Llevo 36 años en esto.

Si me reconocieran todo lo vivido y aprendido, todo lo ejecutado, documentado y enseñado, eso equivaldría a un grado universitario completo, con nota. Y no es falta de modestia. Estoy hasta las narices de ser modesto y humilde. Pero, en este país no existe nada que lo reconozca. Sí, están los certificados profesionales. Pero esos solo te equiparan a un FPII. Ya tengo dos. No me resuelven nada.

¿Y qué me queda?

¿Empezar ahora una carrera universitaria? ¿Cuatro años a tope, para terminar con 58? ¿Para que me dé tiempo a trabajar dos o tres años más y luego jubilarme? ¿Para que, al final, un tribunal técnico o una empresa que no entiende de nada valore más ese papel que todo lo que he vivido, hecho y enseñado?

Lo siento, pero no.

Lo tengo claro: en España, si no tienes título, no importas.

No importa lo que sepas hacer. Ni lo que has hecho. Ni lo que puedas aportar.

Importa el papel. El cartón plastificado. Aunque no tenga sentido. Aunque quien que lo tiene no sepa ni encender un servidor.

Y lo peor no es que no te dejen enseñar. Lo peor es que ni siquiera te dejan entrar en la sala.

---

💬 Y antes de que algún listo venga con el ejemplo del médico o del cirujano: no, esto no va de eso. Nadie quiere que un cirujano aprenda con ensayo y error. Pero en tecnología —y más en desarrollo, administración de sistemas, diseño digital, redes o seguridad— lo que ha importado siempre es saber hacer (real).

Lo que haces, lo que construyes, lo que resuelves.

Esto no va de vida o muerte.

Va de servidores que funcionan, de software que se mantiene, de proyectos que salen adelante gracias a quien se ha comido todos los marrones. No compares lo que no es comparable. Que para idioteces ya tenemos bastante burrocracia.

Comentarios

Decálogo ideológico de este blog:
Dignidad, palabra y criterio.

Entradas populares