Parque Las Mesas (Tenerife)

El Parque de Las Mesas: Un tesoro natural olvidado en Tenerife

El Parque de Las Mesas, ubicado en la meseta del mismo nombre en el límite entre Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna, representa una oportunidad perdida y a la vez un potencial sin explotar para el área metropolitana de Tenerife. Con sus aproximadamente 1.800.000 metros cuadrados, podría ser el parque urbano forestal más importante de Canarias.

Vista panorámica del Parque de Las Mesas

Un espacio con historia y potencial

Según datos del Cabildo de Tenerife de 2023, el 78% de los habitantes del área metropolitana considera insuficientes los espacios verdes disponibles. El Parque de Las Mesas podría cubrir esta necesidad, pero sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de chicharreros y laguneros.

"Los espacios verdes urbanos no son un lujo, son una necesidad para la salud física y mental de los ciudadanos" - Dra. María González, Directora del Instituto Canario de Salud Pública.

Las tres zonas del parque

Zona de meseta

La zona noroeste, la más antigua, cuenta con abetos y eucaliptos plantados hace décadas por familias locales. A pesar de su abandono, sigue siendo utilizada por corredores y paseantes. La vista de 360 grados desde su punto más alto, que abarca desde Anaga hasta el Teide, sigue siendo uno de sus mayores atractivos.

Un estudio de la Universidad de La Laguna publicado en 2024 reveló que el 65% de los usuarios habituales de esta zona son deportistas que valoran sus rutas para running, aunque el 89% considera que el estado de conservación es "deficiente" o "muy deficiente".

Zona del centro de visitantes

El llamado "mamotreto", una estructura de cemento nunca terminada que iba a ser centro de visitantes, sigue siendo el símbolo más evidente del abandono institucional. Según datos del Ayuntamiento de Santa Cruz, entre 2018 y 2023 se destinaron 1,2 millones de euros a este proyecto sin resultados visibles.

"La planificación urbana debe ser coherente y sostenible, no podemos permitirnos proyectos faraónicos que luego quedan abandonados" - Juan Carlos Pérez, Presidente del Colegio Oficial de Arquitectos de Tenerife.

Zona nueva

Las obras más recientes, ejecutadas entre 2008 y 2014, incluyen muros, fogones y caminos que nunca llegaron a completarse del todo. A pesar de algunas intervenciones puntuales en los últimos años, la zona sigue mostrando un aspecto de abandono.

El potencial desaprovechado

El Parque de Las Mesas podría ser mucho más que un espacio abandonado:

  • Pulmón verde: Podría absorber hasta 48 toneladas de CO2 anuales según estimaciones de la Fundación Canaria para la Reforestación.
  • Espacio deportivo: Circuitos para running y ciclismo de montaña de hasta 3 km.
  • Aula medioambiental: Educación sobre flora y fauna autóctona.
  • Conector natural: Enlace entre Santa Cruz y La Laguna a través de senderos.

Un informe de 2024 del Observatorio de Sostenibilidad de Canarias señala que cada euro invertido en espacios verdes urbanos genera un retorno económico de 3 a 5 euros en beneficios para la salud y el turismo.

Los desafíos pendientes

Para convertir este espacio en lo que podría ser, se necesitaría:

  1. Compromiso institucional coordinado entre Cabildo y ayuntamientos
  2. Un plan de reforestación con especies autóctonas
  3. Personal dedicado al mantenimiento (entre 5-10 personas según estimaciones)
  4. Presupuesto anual garantizado (al menos 200.000€ según expertos)
  5. Participación ciudadana en la gestión

"La recuperación de espacios verdes urbanos es clave para adaptarnos al cambio climático y mejorar la calidad de vida en las ciudades" - Ana Belén Rodríguez, Consejera de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias.

Reflexión final

El Parque de Las Mesas sigue siendo un espejo de nuestras contradicciones como sociedad. Mientras hablamos de sostenibilidad y calidad de vida, permitimos que espacios con tanto potencial languidezcan por falta de visión y compromiso. Su transformación requeriría menos recursos de los que imaginamos, pero más voluntad política de la que hemos demostrado hasta ahora.

Quizás el verdadero reto no sea económico ni técnico, sino cambiar nuestra forma de relacionarnos con el territorio que habitamos. Mientras tanto, el parque sigue ahí, esperando a que decidamos darle el valor que merece.

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