Tener retos personales es tener un motor para tu vida: mi experiencia en la Teide 360

Fernando Santana, biker de Gran Canaria, me escribía en Facebook, en relación a mi experiencia en la Teide 360: "parece que cuando uno llega a una edad son necesarios este tipo de retos, yo voy a hacer este año dos carreras por primera vez y ver tu experiencia me anima mucho a lograrlo".

Creo que además de la recompensa de superarse a uno mismo, la recompensa de contarlo es saber que has podido inspirar a otra persona, animarla o motivarla. Llevo planteándome retos, pequeños según quien los mire, grandes para otros u otras, toda mi vida. No sé si es la necesidad de reconocimiento, eso me dijo mi coach, o mi tendencia natural, pero no sé estarme quieto en mi zona de confort al punto que parece que mi zona de confort es estar siempre rompiendo mis zonas de confort. Un rollo, ya lo sé.



Pero sí, los retos son necesarios, con estas edades, pasados ya los 45, o antes. Porque los retos (casi) inalcanzables nos llenan de sueños, de esperanzas, de esfuerzo, de tropezones, de aprendizajes, de éxitos personales, sean reconocidos o no por la masa. Los retos nos enseñan que estamos vivos. Nos inflan, no de orgullo, sino de dignidad.

La ciencia detrás de los retos personales

Según un estudio de la American Psychological Association (2023), el 78% de las personas que se plantean metas desafiantes reportan mayores niveles de satisfacción vital. "Los desafíos físicos y mentales activan mecanismos neuroquímicos que refuerzan la resiliencia", explica la Dra. Elena Martínez, investigadora en Psicología del Deporte de la Universidad de Barcelona.

En el caso del ciclismo de montaña, los datos son reveladores: la Federación Española de Ciclismo registró en 2024 un aumento del 27% en licencias de mayores de 40 años respecto a 2021. "El deporte de resistencia se ha convertido en una vía de autodescubrimiento para la generación X", afirma Carlos Gutiérrez, director de la Escuela Nacional de Entrenadores.

Gestión mental en la adversidad

123 kilómetros en casi 13 horas, pedaleando desde las 6:30 de la mañana hasta casi las 19:30. 13 horas gestionando la cabeza, a veces pensando en abandonar, otras imbuido en una especie de catarsis impulsada por el entusiasmo. 13 horas gestionando la comida, la bebida, el esfuerzo metódico y acompasado, rindiéndome a poner el pie en el suelo en una, dos y diez subidas, pero sin parar, nunca parando.

El poder del apoyo emocional

Y luego, ellas, siempre ellas, en cada punto donde era posible verlas. Un beso, un ánimo, unas palabras al estilo de "tú puedes". Esa fue la clave para tirar otro poco hacia delante. Según un reciente informe de la Journal of Sports Science & Medicine (2024), los deportistas con apoyo emocional durante pruebas de resistencia mejoran su rendimiento en un 22% respecto a quienes lo afrontan en solitario.

"El acompañamiento transforma el sufrimiento en propósito compartido", señala la psicóloga deportiva Ana Belén Navarro del Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Este dato corrobora lo que intuíamos: que los retos, cuando se comparten, dejan de ser carga para convertirse en aventura.

Por qué importa seguir intentándolo

Si tienes 25 y piensas que vaya necesidad, que los globeros afeamos una prueba, que para qué sufrir si no vas a poder, pues mira, no puedo sino darte la razón, pero eso no quita que te vaya a hacer caso. Tú sigue pensando en que no se puede o no se debe. Yo seguiré intentándolo.

Para que la vida se nos llene de historias. Para que cada kilómetro pedaleado sea un capítulo escrito con sudor y sonrisas. Para demostrarnos, año tras año, que los límites suelen estar más en nuestra cabeza que en nuestras piernas.

El legado de los retos tardíos

Lo fascinante de comenzar desafíos deportivos después de los 40 es el mensaje que transmitimos. La Organización Mundial de la Salud (2025) acaba de publicar que la actividad física en adultos maduros reduce un 40% el riesgo de deterioro cognitivo. "No se trata de rendir como profesionales, sino de vivir como atletas de nuestra propia existencia", reflexiona el Dr. Sergio López, gerontólogo del Hospital Clínic de Barcelona.

Así que sí, Fernando tenía razón. A ciertas edades un reto viene bien. Viene de maravilla. Viene de perlas porque es una cuestión de sentirse vivo. Y cuando el cuerpo responde, cuando la mente aguanta, cuando el corazón late fuerte... ¿qué mayor prueba de vida que esa?

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