Chevrolet Cabriolet 1932 (AMT-ERTL 1:25)
¡Terminado! O no tanto. Pero objetivo cumplido. Este modelo es el primero que construyo íntegro en esta segunda etapa como modelista y la verdad es que ha sido un cursillo intensivo para recordar cómo era esto, desde la documentación más básica hasta lo que es incluir algo de tu cosecha en el modelo que lo haga un pelín diferente.
Ya he narrado cómo me las arreglé con líneas en negro del exterior y los interiores, el trabajo con la carrocería y la parte de motor más chasis. Para el exterior no hay mucho más que destacar. Los cromados o partes que lo imitan (pintadas en plata de Vallejo o Tamiya, o también tratadas con bare metal como es el caso del escalón de acceso) fueron lavados con negro humo -X19- de Tamiya, una especie de barniz con negro brillante muy disuelto que, a mi parecer, da una patina de envejecido y mata ese brillo juguete de los cromados de las maquetas.
Algunas piezas fueron sustituidas por otras de la caja de sobrantes, como los tiradores de las puertas, las placas de matrículas (¡que son del 58!), el limpiaparabrisas, asideros del ahítepudras (que quedan algo ocultos) y tubo de combustible. Al cubre capota se le añadió una costura en la base con material de Evergreen, así como algunos botones. Se pintó igual que el sillón, pero con negro mate (color base), gris negro (pincel seco para subir luces) y gris inglés (últimas manos de pincel seco, especialmente para costura y botones).
Defectos, muchos. Sobre todo hay uno que sobresale sobre los demás, la falta de paciencia para dedicarle más tiempo a cada parte del proceso. Es el gran reto de los modelistas, no tener prisas por terminar y obsesionarse con la exactitud porque, finalmente, reproducimos la realidad (o lo que pretende ser real en el caso de la fantasía y la ciencia ficción) pero a tamaño reducido.
Al final, un modelo en manos de un no-aficionado debe marcar distancia con respecto al juguete y transmitir la impresión de tener un trabajo artesanal en las manos que intenta reproducir una parte de la realidad que nos rodea. Pura filosofía, de andar por casa, pero divertida.
Ya he narrado cómo me las arreglé con líneas en negro del exterior y los interiores, el trabajo con la carrocería y la parte de motor más chasis. Para el exterior no hay mucho más que destacar. Los cromados o partes que lo imitan (pintadas en plata de Vallejo o Tamiya, o también tratadas con bare metal como es el caso del escalón de acceso) fueron lavados con negro humo -X19- de Tamiya, una especie de barniz con negro brillante muy disuelto que, a mi parecer, da una patina de envejecido y mata ese brillo juguete de los cromados de las maquetas.
Algunas piezas fueron sustituidas por otras de la caja de sobrantes, como los tiradores de las puertas, las placas de matrículas (¡que son del 58!), el limpiaparabrisas, asideros del ahítepudras (que quedan algo ocultos) y tubo de combustible. Al cubre capota se le añadió una costura en la base con material de Evergreen, así como algunos botones. Se pintó igual que el sillón, pero con negro mate (color base), gris negro (pincel seco para subir luces) y gris inglés (últimas manos de pincel seco, especialmente para costura y botones).
Defectos, muchos. Sobre todo hay uno que sobresale sobre los demás, la falta de paciencia para dedicarle más tiempo a cada parte del proceso. Es el gran reto de los modelistas, no tener prisas por terminar y obsesionarse con la exactitud porque, finalmente, reproducimos la realidad (o lo que pretende ser real en el caso de la fantasía y la ciencia ficción) pero a tamaño reducido.
Al final, un modelo en manos de un no-aficionado debe marcar distancia con respecto al juguete y transmitir la impresión de tener un trabajo artesanal en las manos que intenta reproducir una parte de la realidad que nos rodea. Pura filosofía, de andar por casa, pero divertida.
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