Reaccionando al K-POP y los/las KPOPERS

Tienes cuarenta y tantos años. Y además tienes un hijo o una hija adolescente, de entre 14 y 17 años, que está formando su carácter, no solo contigo como padre o madre, sino con sus amigos y amigas, con sus compañías. Te gusten o no te gusten.

Y puedes reaccionar a su manera de empezar a afrontar lo que muy pronto será una vida adulta de dos maneras, reaccionando a las malas, intentando cambiar lo inevitable, recurriendo al enfrentamiento que no sirve para nada. O recordando cuando tú tenías esa edad y también eras un trasto respondón lleno de hormonas hasta las orejas.

El movimiento K-POP hoy es como el denostado y machista reggaeton de hace 15 años o el metal o el punk de la década ochentera en el siglo XX. Por supuesto, cada fanático de cada estilo dirá que no tiene nada que ver con el resto. Pero eso es tener una mirada corta y no haber aprendido, aún, a distanciarse y observar. No se le puede reprochar a nadie.

Los y las KPOPERS representan algo nuevo, algo disruptivo, un elemento que cohesiona a una parte de una generación, la Z, que les da sentido de pertenencia. Sí, es verdad, hoy tienen Internet. Nosotros, en los ochenta y los noventa teníamos televisión y radio. Y de la primera solo dos canales. Pero teníamos los pedidos por correo a DISCOPLAY y al amigo que viajaba a Londres y se traía un disco casi de contrabando. Éramos iguales, con menos recursos, o con los mismos, pero más lentos.

Así que acercarnos al K-POP con los mismos ojos que teníamos cuando compartíamos su edad, sus hormonas y sus ganas de comerse el mundo no es una obligación, no es una pose. Es un reto. Es uno de los mayores retos.

Y resulta que el K-POP... dicho a lo ochentero... ¡mola!


Comentarios